Reflexión crítica

Sobre el oficio, el arraigo y la arquitectura que queremos construir.

Sobre el oficio, el arraigo y la arquitectura que queremos construir

Somos Karla y Sebastián. Somos cordada.

Creemos en el diseño como un oficio que se ejerce con los sentidos despiertos.
No es solo forma ni función. Es también cuidado.
Es reparar lo que se ha roto.
Sostener lo que aún resiste.
Dejar que el espacio diga lo que necesita.

Cordada nace como una búsqueda.
La de una práctica más consciente, más enraizada, más conectada con los ritmos del territorio y la vida cotidiana.

Diseñamos arquitectura, interiores, mobiliario, gráfica.
Coordinamos publicaciones, exposiciones, proyectos culturales.
Habitamos ese lugar intermedio entre lo útil y lo simbólico,
entre la materia y el relato,
entre lo que se construye y lo que se recuerda.

Nos mueve lo que tiene arraigo.
Trabajamos desde la identidad, con técnicas locales, materiales nobles, procesos que vienen de antes.
El ladrillo, la sombra, la trama.
Las huellas que deja el tiempo sobre las cosas bien hechas.
Pero también habitamos el presente:
nos interesa lo que puede mejorar, lo que amplía nuestras herramientas sin perder lo esencial.
Equilibramos tradición e innovación.
Buscamos eficiencia sin perder alma, durabilidad sin perder identidad.

Entendemos que el diseño, hoy, es un acto político y sensible.
No podemos seguir proyectando como si el mundo no estuviera en crisis.
Nuestra práctica responde:
a la emergencia ambiental,
a la desigualdad,
a la desconexión.

Nos toca imaginar otras maneras de habitar,
más humanas, más honestas, más nuestras.

No creemos en especializarnos para encajar.
Creemos en la colaboración.
En colaborar entre disciplinas cuando el proyecto lo necesita.
Porque un espacio también puede ser un gesto gráfico.
Y un mueble puede ser una arquitectura mínima.
Y una publicación puede ser un lugar desde donde encontrarnos.

Cordada es también comunidad.
Es red, es escucha, es conversación.
Nos interesa crear con otros, pensar con otros, construir junto a otros.
Acompañar procesos con empatía, sin recetas.
Y abrir espacios donde las voces se encuentren, donde el diseño no se quede entre diseñadores.

Sí, enfrentamos tensiones.
Necesitamos sostenernos, aceptar encargos, navegar lo incierto.
Pero incluso ahí, intentamos dejar una huella.
Un trazo que mire hacia el futuro que queremos.

Ese andar, a veces lento, a veces incierto,
es el que elegimos.
Uno que se camina acompañado,
como en una
cordada:
con los pies firmes, con los vínculos tensos pero vivos,
con la certeza de que cada paso, por pequeño que sea, importa.